Él no era un hombre como cualquier otro, a simple vista algo callado, reservado y quizás hasta algo tímido, pero en su corazón vivía algo más.
No era de las personas que iban tras otras tratando de llamar la atención, ni tampoco era de las personas que se metiera demasiado en la vida de otras, pues a él le gustaba vivir en su propio mundo, alejado de las inseguridades del mundo exterior, a él le gustaba poder pasar tiempo a solas e imaginar un mundo propio, un mundo que fuera solo de él, en el cual todas las cosas que el anhelaba fueran hechas realidad, un mundo en el cual las cosas mas maravillosas y encantadoras eran las mas simples.
No muchas personas comprendían lo mucho que significaba para él este mundo, este hombre pasaba mucho tiempo en un estado que los otros considerarían como "estar en la luna", imaginando e inventando en su propio mundo.
Él era un hombre de pocos amigos, pues para él, la amistad no era algo que se podía conseguir tan fácilmente, la amistad para él era un vinculo que se creaba tras mucho tiempo de compartir, y el cual perduraba a través de los años no importando la distancia o el tiempo.
Él agradaba a las personas por su personalidad, sus palabras eran consideradas tiernas, es una persona en la cual se podía confiar hasta el más oscuro de los secretos, pues era una persona confiable, nunca decía que no si se trataba de ayudar a una persona querida para él, o al menos no le gustaba no ser de ayuda.
Él era una persona cariñosa, cuando lo empezabas a conocer y el generaba un vinculo con tu vida, que iba más allá de una persona conocida para él, en ese momento empezaba a mostrarte lo simpático, bromista e infantil que era, no era porque fuera una persona de doble estándar, si no porque el se comportaba dependiendo de quien tu eras para él.
Él era una persona que le gustaba escuchar, él podía escuchar por horas tus problemas e inquietudes, a él le gustaba dar una palabra de aliento o un consejo, pues como hombre, a el le gustaba solucionar problemas, o si no poseía la experiencia para resolverla, darte una palabra que te animara.
Él era una persona con muchos gustos, le gustaban las letras, el arte, la música, la historia, los idiomas, los paisajes, los viajes, la naturaleza, la biología, la tecnología, la aviación, los autos y barcos. Él lograba encontrar el encanto a las cosas, aunque es cierto que le gustaban algunas cosas más que otras, el hecho de tener tantos gustos, lo hacían una persona insegura a la hora de tener que elegir una.
Él era una persona que conocía muy bien sus fortalezas y debilidades, él podría haber explotado esas fortalezas para conseguir muchas cosas, pero él no era ese tipo de persona, a él no le gustaba aprovecharse de los demás.
Él no era una persona ambiciosa, no buscaba el poder, la gloria, la fama, el dinero o cualquier cosa que este mundo considerara como apetecible, para él habían cosas más importantes que eso.
Él era una persona que amaba a Dios, y aunque no comprendía exactamente todas las cosas, sabía que por las cosas que había vivido, él existía y lo había ayudado en muchas ocasiones.
Él era un luchador, en su corazón habitaba el alma de un guerrero, un corazón que no le gustaba rendirse por aquello que él amaba.
Él era en el amor, una persona cariñosa, una persona que le gustaba sorprender, tener detalles con la persona que amaba, para él, el amor no era un mero sentimiento, pues el sabía que los sentimientos y emociones eran pasajeras, y que cambiaban constantemente, el amor para él, era una decisión,
la decisión de su propio corazón, de conocer y amar cada parte de su compañera de vida, de acompañarla por siempre no importando las circunstancias.
Él no era una persona infalible, no era perfecta, no le gustaba alardear de lo que sabía, ni creer que sus opiniones eran mejor que las de otros, simplemente no le gustaba dar su opinión si no se la pedían. Pues él sabía que aún muchas cosas son desconocidas para el hombre, y qué el no tendría todas las respuestas.
Así era él. Él era él y nadie más que él.