Muchas veces pensé en desistir, muchas veces pensé que Dios ya no me escuchaba, muchas veces tuve que cambiar de rumbo y, en otras ocasiones, abandoné mi camino. Pero, a pesar de todo, volví y seguí adelante, porque estaba convencido de que no había ninguna otra forma de vivir mi vida.
Si no luchaba, me rendía ante los tormentos que me esclavizaban, y ya no podía seguir siendo yo.Pero si luchaba, sí tenía el valor de enfrentar lo que me quería destruir, podía seguir siendo yo un día más.
Aprendí que mis caminos no siempre eran los correctos, que algunos pasos que crees correctos, te alejan de Dios y de las personas que amas.
Aprendí que no siempre lo que yo quiero es lo mejor, que en realidad no debo pedir nada más que la voluntad de Dios para mí, porque el siempre me dará lo que si es mejor.
Aprendí a ser valiente, a tener confianza y a soltar la pesada armadura que me impedía correr hacia adelante.
Aprendí qué puentes debía cruzar y qué puentes debía destruir...Aprendí que no todas las batallas son para mi, que hay muchas que no valen la pena luchar. Aprendí que no soy el protagonista principal, que Dios da oportunidades a todos por igual.Y no solo eso, aprendí que no hay nada en este mundo que te pueda alejar del amor de Dios, ni te puedes esconder de él, porque el ve hasta lo mas profundo, y hasta lo más recóndito de nuestro ser...
Si no luchaba, me rendía ante los tormentos que me esclavizaban, y ya no podía seguir siendo yo.Pero si luchaba, sí tenía el valor de enfrentar lo que me quería destruir, podía seguir siendo yo un día más.
Aprendí que mis caminos no siempre eran los correctos, que algunos pasos que crees correctos, te alejan de Dios y de las personas que amas.
Aprendí que no siempre lo que yo quiero es lo mejor, que en realidad no debo pedir nada más que la voluntad de Dios para mí, porque el siempre me dará lo que si es mejor.
Aprendí a ser valiente, a tener confianza y a soltar la pesada armadura que me impedía correr hacia adelante.
Aprendí qué puentes debía cruzar y qué puentes debía destruir...Aprendí que no todas las batallas son para mi, que hay muchas que no valen la pena luchar. Aprendí que no soy el protagonista principal, que Dios da oportunidades a todos por igual.Y no solo eso, aprendí que no hay nada en este mundo que te pueda alejar del amor de Dios, ni te puedes esconder de él, porque el ve hasta lo mas profundo, y hasta lo más recóndito de nuestro ser...